Hallazgos sensacionales En una duna de la antigua orilla del lago Mungo, Bowler encontró restos de conchas de agua dulce, rudimentarios instrumentos de piedra y huesos con claros indicios de haber sido quemados. Concluyó que debía tratarse de la herencia del hombre primitivo, y lo puso en conocimiento de los especialistas de la Universidad de Canberra. En marzo de 1969, éstos confirmaron su hipótesis. Sin embargo, mientras duró el acondicionamiento del área y el exhaustivo registro de los huesos, se produjeron nuevos hallazgos. Los descubrimientos realizados por el equipo del profesor John Mulvaney, que llevó a cabo la investigación, se revelaron como una auténtica sensación en los círculos científicos: los más de 200 instrumentos de piedra, de agudos cantos y en forma de corazón, habían sido usados 18.000 años atrás para moler trigo y semillas, o para la fabricación de herramientas de madera. Entre los hallazgos se contaban también huesos de animales y espinas de pescado. Se trataba de vestigios de una civilización madura, que supo adaptarse muy bien a un entorno que, probablemente, era ya bastante hostil.