Para mayor gloria del príncipe Cuvilliés remodeló el edificio concebido en principio por Clemens August, cuya construcción se concluyó en 1728. El arquitecto Johann Conrad Schlaun había erigido el proyecto inicial alrededor de un viejo castillo rodeado de agua; tras la renovación de Cuivillé, el edificio original fue convertido en una magnífica residencia de recreo. Las zanjas de agua fueron cegadas y las torres esquineras de la fachada norte fueron derribadas. De este modo, surgió un palacio de tres cuerpos, uno central y dos alas orientadas a norte y sur, así como dos orangeries y algunos edificios de explotación de la finca. Clemens August murió endeudado, pero dejó uno de los conjuntos artísticos más espléndidos del siglo XVIII en Europa. Sus pinturas, tallas, estucados y trabajos de forja son de los mejores de su época. El príncipe reunió en Brühl a artistas de toda Europa, que contribuyeron a levantar un suntuoso palacio. Clemens August les concedió libertad total en la puesta en práctica de sus ideas. Por esta razón, la residencia de Brühl refleja las más diversas facetas del estilo rococó europeo, con elementos italianos, franceses, holandeses y del sur de Alemania. Un tejado abuhardillado de color gris cubre el palacio, organizado volumétricamente en un cuerpo principal y dos alas secundarias, cuyas fachadas están revocadas en amarillo y gris. La obra de forja de las ventanas y de los balcones ha conservado sus tonos verdes y está adornada con pan de oro. Sobre el corps de logis, el edificio principal que organiza la comunicación entre las distintas alas del complejo y un escudo blanquiazul en el centro del frontispicio representa a la casa de los Wittelsbach; en su interior aparecen unos pavos portando las armas de los obispa dos de Colonia, Münster, Paderborn, Hil-desheim y Osnabrück. El báculo obispal se entrecruza con una daga, lo que simboliza la unión del poder religioso y el terrenal.